Después de escribir y borrar la primera palabra mil veces, han llegado las dos menos cuarto, aquí, en Nueva York, y las palabras siguen resistiéndose a aparecer, o a aparentar ser las correctas. Incluso mientras escribo esto, soy consciente de que, muy probablemente, acabe o borrado, cancelado de la existencia, o abandonado en alguna carpeta perdida de mi ordenador. De hecho, y mientras escribo, echo de menos, aún sin haberlo hecho nunca, el escribir a mano… la sutileza, la necesidad de precisión… uno no puede vagabundear entre un mar de palabras descartadas si está escribiendo en papel. La pantalla, su luz, su haz, me atonta, me ensimisma…. Me resta concentración.
jueves, 28 de abril de 2011
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