miércoles, 1 de abril de 2009

¿Le pongo lo de siempre, señor?



Que frase más clásica. Tan simple, tan inofensiva a primera vista, y con tanto significado detrás de ella. La ves y la lees en infinidad de películas y novelas. E incluso, en los casos mas afortunados, a veces se presencia de manera casual en cualquier bar de cualquier parte del mundo. En estos casos; en estas aparentemente normales situaciones, contemplamos como el sujeto camarero, con toda la tranquilidad del mundo, se dirige a una, a primera vista desconocida, persona, y le pregunta, con un tono neutro de voz, si desea tomar lo de siempre. ¡Lo de siempre! Y tu, si estás tan profundamente aburrido como yo, y no tienes un amigo delante con quien hablar de algo infinitamente más interesante (caso no muy complicado), te empiezas a plantear qué será lo que este hombre (o mujer) toma siempre. Sigilosamente, miras de reojo la cara del personaje; y repasas su vestuario de principio a fin. Te fijas en los zapatos, en los pantalones, en el cinturón; en la camisa o camiseta, y en si viste o no viste un elegante y serio traje de Armani. Juntas las piezas de tan intrincado puzzle y sacas una aún apresurada opinión sobre que será lo que toma tan frecuentemente. ¿Vista su apariencia de ejecutivo, será un café solo? ¿O acaso unos churros con chocolate? ¿Será un cruasán? ¿Una palmera? ¿Unos huevos fritos? ¿Un curry oriental aliñado con especias exóticas, sazonado con verduras tailandesas y con un yogur de zanahoria de acompañamiento? Inmediatamente descartas la última opción. Pero las otras, junto con algunas otras no nombradas, revolotean por tu cabeza; y ya llegado a este punto, te resulta imposible dejar de pensar en ésas opciones. Más probablemente porque tú también tienes hambre que no porque realmente estés tan interesado en el desayuno de dicho desconocido. Así, minutos mas tarde, uno acaba normalmente resolviendo la intriga con la consecuente llegada del plato pedido; que habitualmente se encuentra dentro del abanico de platos previstos previamente.

No obstante, el hecho de que hoy no haya desayunado ni comido nada debido a ciertos problemas técnicos no es la razón por la que escojo hablar de éste tema. Sí, tengo un hambre atroz, pero eso tiene (o eso espero) una fácil solución. La verdad, es que quisiera ponerme un poco filosófico respecto a la frase de la cual llevo hablando un buen rato. En el fondo, es una frase que siempre he deseado que me pregunten. Entrar en un bar, tranquilamente, con la cabeza alta; sentarme sin mirar a mi alrededor y que un diligente camarero me pregunte, también como quien no quiere la cosa, si quiero tomar lo de siempre. Oh! Que feliz sería. Querría decir que me conocen, que saben quien soy... Que soy importante para el bar! Es mas, que soy crucial para el bar! Que soy como un amigo, como un familiar... como un novio del propietario del local! Aunque, bien pensando, quizás no sea algo tan magnífico como lo hago parecer. Pero, sí es cierto que me haría sentir como que formo parte de la vida del bar.

¿Y porqué os comento esto? Pues porque, como ya habréis podido deducir... el otro día, finalmente, y después de largos meses de trabajo y esfuerzo, asistiendo a un bar regularmente... Al fin me preguntaron si quería tomar lo de siempre! Al principio no pude creerlo. Mire a mi alrededor. Busqué al hombre vestido de Armani. O al abuelo con la boina y el jersey de lana. Pero no estaban allí. El camarero se estaba refiriendo sin duda alguna a mi persona; a mi humilde y nerviosa persona. Inspiré y expiré profundamente un par de veces; y cuando me sentí preparado, respondí: “si, gracias, mozo”. Miré el reloj. Eran las 10:03. Miré por la ventana un par de veces con una ancha sonrisa en mi cara. Me moví inquieto en mi silla. Busqué maneras de matar el tiempo hasta que mi cruasán de chocolate; mi tan ansiado cruasán de chocolate llegara a mi mesa. Ojeé el periódico que llevaba encima; el cual era obviamente uno gratis que me habían dado a la salida del metro y el titular del cual era “Muere perro paticojo en Vallecallejo de la montaña”. Leí un par de noticias claramente inventadas, aunque por gente con un curioso sentido del humor, y fabriqué, gracias a mis limitadas artes de papiroflexia, un par de burdos animalillos con las servilletas del bar.

Pasados unos cuantos minutos, empecé a ponerme nervioso. ¿Realmente se tarda tanto en preparar un cruasán de chocolate? Minutos después llegó la respuesta. Me preparé mentalmente para el momento. Cerré los ojos para sentir el magnífico aroma del chocolate semi-derretido, y aguardé a que el camarero depositara el plato en mi mesa.

Cuando por fin los abrí, múltiples preguntas llegaron a mi mente; muchas de las cuales ya he sido capaz de responder. Otras, quizás algún día encuentran respuesta. Mas hay dos, y solo dos, que perturban mi sueño y no me dejan dormir tranquilo; y ésas son...

¿Quién demonios desayuna ensaladilla rusa?, y más importante aún, y e aquí la raíz de la cuestión... ¿Por qué demonios tenía que ser esta persona tan parecida a mi?

4 comentarios:

  1. mi teoría es que como más pregunten sobre "lo mismo de siempre" más familiar se siente el cliente, y más dinero puede sacar el bar.

    jaja, buen texto hermano!

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  2. Quasi puc sentir-te explicant-ho. Molt bona, sí senyor. A mi m'ho diuen, però no d'aquesta manera tan guai. Em diuen "¿Barreta de dulse y queso y café cong leshe?", a la qual cosa solc respondre: "No, sólo la barreta". La cambrera, com ja deu haver suposat el teu instint pels accents, no és de per aqui.

    Fins demà, "Gisboorne"...

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  3. Molt bé Gisboorne! Ves un dia a un bar d'algun polígon industrial (zona franca, rubí, granollers...) i veuràs a gent esmorzant coses de l'estil o fins i tot pitjors (entrepans de tota mena, pop a la gallega, callos...). Ara bé, el que és important, crec jo, no és tant el que et diguin si vols el de sempre, sino que el de sempre sigui algo amb classe: bloody mary, gintòinc, o, en el súmmum del nivell, un trifàsic amb un ron de qualitat pèssima que faci que als 40 la teva veu estigui entre louis armstrong i llongueras...

    Pere

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  4. per pròpia experiència, et dic que sé què vol dir "el de sempre" i que et serveixin el croissant acabat de sortir del forn amb la teva tassa de Cacaolat (perdó, per ser més delicatessen: "xocolata calenta") i realment és fantàstic. Es clar que al lloc on ho demano jo em coneixen de sempre, ja que he treballat a 2 metres del local durant 3 anys! :p

    de totes maneres, a la zona franca, Pere, no s'hi serveix res tan taaaan dramàtic com el que voldríem imaginar. El que sí que he vist per allà és algún animal combinant suc de tomàquet amb xocolata i pernil, tot concentrat O.o

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