viernes, 14 de agosto de 2009

¿Y si...?



Tengo una gran fortuna. Que viene compensada por un gran infortunio.
Tengo la suerte de ser hábil realizando las tareas que se me encomiendan. Si me aplico; si trabajo duro; no acostumbro a tener dificultades para sacar cosas adelante. Trabajo, deportes, ocio, y parecidos. Aunque a veces no salga del todo bien; acostumbra a ser porque no me he aplicado. Pero incluso en esas situaciones, acostumbro a autoreconfortarme diciéndome que si me aplicara un poco mas, saldría bien. En general acostumbra a ser cierto; sin ánimo de presumir de mis cualidades.



Pero esto viene acompañado de un azote que no solo me castiga a mi; sino que podría decir comparto con mi hermano en gran medida; y en cierta medida con los dos. Y este no es otro que mi gran dificultad y ineptitud para escoger entre diferentes caminos. Las cosas que tengo claras; claras las tengo y en ellas trabajo duro (o lo intento) para sacarlas adelante. Pero cuando se presentan bifurcaciones, tiendo a dudar mucho mas de lo necesario; de lo recomendable, de lo bueno. Irónico, pues la carrera que he escogido depende en gran medida de el número de decisiones peliagudas acertadas que consiga sacar adelante. Pero mi carrera es también; en cierta parte, producto de mi incapacidad de decidirme por una en concreto. No lo duden: este problema es en considerable parte producto de una cierta cobardía.



Pero obviamente, y refiriéndome a lo que vengo dispuesto a hablar de; esto repercute muy negativamente en mis relaciones amorosas. Rodeado por intuiciones; corazonadas, reflexiones y conclusiones racionales, me veo bombardeado por posibles salidas; que aunque a veces apuntan claramente en una dirección, ésta siempre se ve vulnerada por el maldito y constante ¿Y si...? Harto estoy de plantearme esta pequeña interrogación. Impulsivo como soy en tantas cosas; ahí mi problema es que pienso demasiado las cosas. Incluso a veces se piensan que no las reflexiono, de lo callado que puedo llegar a estar; debido a que de tantas vueltas que le doy las conclusiones imposiblemente llegan a materializarse en explicaciones viables verbalmente.



Incluso cuando finalmente acabo tomando una decisión; el ¿Y si...? me sigue castigando posteriormente, mostrándome en imágenes o suposiciones de qué podría haber ocurrido por el otro camino. Por el otro camino, o por los otros 100; pues opciones hay mil y palabras aún mas. Incluso una vez tomado el camino adecuado; los fantasmas de los otros caminos no dejan de atormentarme, imposibilitándome el ser capaz de discernir si he hecho bien o no. Haya, o no, actuado correctamente, seguiré recordando que existió; hubo; estuvo presente, otra opción que hubiera llevado mi vida a otro universo posible.



Y los fantasmas de la otra vida me atormentan; me castigan. Me tientan con la suerte que podría; y podría no, haber tenido en la otra dimensión de mis pensamientos. Me tientan a arrepentirme. Me tientan a sentirme mal.



Y así, acabo viviendo los otros caminos, en mi mente, una y otra vez; recorriendo centenares de caminos a la vez; y aunque mi mente es capaz de recordarme “porqué” hice lo que hice; también me recuerda que hay otro mundo; que hubo otra dimensión; que existe un mundo paralelo; donde podría haber escogido la otra opción; y donde la otra opción podría haber sido la válida; y donde podría ser feliz sin preocuparme por ser, la opción que había escogido, la errónea.



Y en medio de este caos y castigo; no me queda mas que agarrarme al camino que por suerte o desdicha haya escogido; pues si empiezo a navegar perdido entre océanos de rutas de mi mente no podré volver a encontrar el camino de vuelta.



Pero siempre dicen, que los caminos siempre pueden volver a entrecruzarse; y siempre dicen que nada esta dicho; y que todo esta por decir; y que por suerte o por fortunas, quedan miles de decisiones por tomar.



Y habiendo escrito esto en 10 minutos; sin releerlo y sin repasar faltas ni ideas, aquí os entrego este torrente de explicación, que probablemente será la mejor excusa que os podré poner nunca a todos cuando os falle tomando decisiones.


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