Vivimos rápido. Nuestras vidas, cada vez más ajetreadas, se ven enfrentadas al continuo movimiento; al continuo cambio, al deseo, y a la implacable necesidad de aprovechar el tiempo.
Vivimos en un tiempo, un mundo y un entorno, en el que nuestro abanico de caminos posibles a escoger es cada vez más grande y abrumador. La sociedad nos exige que estemos a la altura de su velocidad, y esto nos implica estar en constante atención a nuestro alrededor, a las noticias, a los desastres, a las penurias y al viento de la actualidad. Nos exige escoger entre tantísimas cosas a hacer en pocas horas disponible; y nos exige exprimir nuestro tiempo, aprovechar cada segundo, y vivir cada instante...
Vivimos en un tiempo, un mundo y un entorno, en el que nuestro abanico de caminos posibles a escoger es cada vez más grande y abrumador. La sociedad nos exige que estemos a la altura de su velocidad, y esto nos implica estar en constante atención a nuestro alrededor, a las noticias, a los desastres, a las penurias y al viento de la actualidad. Nos exige escoger entre tantísimas cosas a hacer en pocas horas disponible; y nos exige exprimir nuestro tiempo, aprovechar cada segundo, y vivir cada instante...