martes, 2 de noviembre de 2010

Surf


Vivimos rápido. Nuestras vidas, cada vez más ajetreadas, se ven enfrentadas al continuo movimiento; al continuo cambio, al deseo, y a la implacable necesidad de aprovechar el tiempo.

Vivimos en un tiempo, un mundo y un entorno, en el que nuestro abanico de caminos posibles a escoger es cada vez más grande y abrumador. La sociedad nos exige que estemos a la altura de su velocidad, y esto nos implica estar en constante atención a nuestro alrededor, a las noticias, a los desastres, a las penurias y al viento de la actualidad. Nos exige escoger entre tantísimas cosas a hacer en pocas horas disponible; y nos exige exprimir nuestro tiempo, aprovechar cada segundo, y vivir cada instante...



La realidad de hoy en día nos educa así; y nos hace sentir mal cuando hemos malgastado una tarde. Raramente nos deja descansar, y nos atormenta con convenciones sociales, actitudes preestablecidas, estudios que a veces no sabemos dónde nos llevarán, y en el caso de muchas personas, trabajos sin sabor especial a nada.

No nos damos cuenta, y es natural que queramos exprimir cada momento. Pero muchas veces, nuestras cabezas se llenan involuntariamente de demasiados pensamientos, demasiadas reflexiones incompletas, y demasiadas preocupaciones sin respuesta ni objetivo real. Demasiadas veces no pensamos en nada específico, mas en todo en general, y no podemos ni saborear las prisas en las que vivimos inmersos. Vi un documental el otro día que hablaba de cambiar los reflejos por la reflexión. De pensar en vez de reaccionar. Vivimos en un entorno agresivo, que nos obliga a estar a la defensiva al mundo en general; donde no existen corrientes de pensamiento que nos lleven al optimismo, y donde las únicas ideas revolucionarias tratan sobre arreglar, preservar, y salvar in extremis, y nunca ya sobre crear e imaginar.

Se ha perdido la fe en la filosofía; y vivimos en un mundo donde ya nadie piensa, y donde a nadie se le puede culpar por hacerlo así, pues es el día a día el que nos impulsa a comportarnos de esta manera.

Últimamente mucha gente se ha sorprendido por mi nueva y creciente afición al surf. Un deporte antiguo, anciano, que hoy en día cobra cada día más importancia, y curiosamente, a mi parecer, por los motivos contrarios a los que me llevaron a aficionarme.

La repercusión de dicho deporte aumenta cada año; principalmente debido a la repercusión mediática de sus estrellas, a la tecnificación de él, y al aumento de la destreza, impacto visual, y complejidad de las acciones que realizan los surfistas profesionales que se encuentran en los circuitos internacionales.

Es un deporte, antaño símbolo de un estilo de vida, que ha cambiado para adaptarse a los tiempos modernos. Ves a gente agobiada, dentro del mar, intentando coger olas, agresiva, predispuestos a luchar por cada centímetro del océano o del mar, y con la mente competitiva al 100%, listos para enfadarse si no consiguen hacer un buen “bottom turn”, o si su recorte les sale mal.
Mucha gente sufre para intentar alcanzar el stándard que han marcado los profesionales, sin darse cuenta que el surf nunca debería ser orígen de frustraciones y estrés; sino mas bien al contrario. Un surfista nunca debería salir del agua más agobiado que cuando entró en ella.

No todos, pero, han sucumbido a los peligros del surf moderno. Las prisas no son para todo el mundo. Muchos días, días de olas ordenadas, de sol bien alto, y de brisa ligera, te encuentras con personas calladas, silenciosas, que simplemente esperan, sin prisa, a que llegue la siguiente ola.

Gente que reposa, sentada encima de su tabla, mirando al horizonte, oteando para ver si el mar se alza o mantiene su tranquilidad. Gente para la cual su única preocupación en ése momento es deslizarse sobre la ola, sentimiento único, origen del estilo de vida del surfista que hizo clásica su imagen. Una persona buscando la paz, la juventud, y la adrenalina a la vez; una persona buscando evadirse de la velocidad del mundo, a través de la velocidad de una ola rompiendo perfectamente.

Y ésos días tranquilos, de paz, de olvidarse del mundo, uno recuerda que a veces hay que mantener en la vida un ritmo más lento, que nos permita pensar; que nos permita meditar y darnos cuenta de quiénes somos, adonde vamos, y qué queremos.

Y por eso estoy tan enganchado. Por eso tanta gente que nunca en su vida ha probado el surf, se engancha prácticamente al momento de levantarse por primera vez en la espuma de una ola. Porque este deporte antiguo, complicado y filósofo proporciona esas horas indispensables de paz a la semana, esas horas de no pensar en nada, de sentir el aire fresco en tu mejilla y saber que todo irá bien, sin siquiera preocuparme por si realmente llega la ola o no.

Y una vez encima de ella, deslizándote, nada importa, y no piensas en nada, y simplemente vives el momento.

5 comentarios:

  1. Las veces que he intentado hacer surf me he metido unas cuantas hostias, así que me limito al bodyboard. Pero leyéndote me entran ganas de darle una segunda oportunidad.

    ¡Buen post!

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  2. Qué gran verdad has escrito, enhorabuena por el texto;)

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  3. buen texto compi.me quedo con este parrafo que a plasmado lo que muchas veces e pensado_:

    ésos días tranquilos, de paz, de olvidarse del mundo, uno recuerda que a veces hay que mantener en la vida un ritmo más lento, que nos permita pensar; que nos permita meditar y darnos cuenta de quiénes somos, adonde vamos, y qué queremos

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  4. De vegades, és passió per un moment de serenor que aturi el temps i dóni pau a la ment durant un parell o tres d'hores. Sé que és una cosa que compartim, encara que sigui de diferent manera, però no m'imaginava que fos el surf el que t'ho donés.

    Quant a la vertiginositat dels nostres dies, ja t'he dit altres vegades que hi estic d'acord i em preocupa. Malgrat això, el temps passa i aprenem a viure millor, si pensem. Fa pal pensar, oi? És més fàcil posar-se a veure una peli, navegar per internet...

    Si em permets ser una mica egocèntric, jo m'imposo el petit esforç d'evitar anar amb metro o bus si puc, i caminar, si no tinc pressa. Llavors vago i divago, miro, observo, penso... el món se m'atura i em concentro en meravellar-me de coses noves i coses velles. Perdre la tarda caminant? Més aviat no, més aviat m'enriqueixo i em relaxo.

    Potser, quan comenci a jugar a futbol a la facultat, em passarà com a tu amb el surf.

    Cowabunga!

    PS: Perdó pel totxo.

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