jueves, 28 de mayo de 2009

Bailando por el mundo.



Todos buscamos la felicidad. Buscamos la chispa que nos haga sonreír; la mirada, el gesto, el momento, el sentimiento que nos haga crispar de emoción y sentirnos completos; sentir que hemos conseguido algo; algo importante y que perdurará para siempre...


No se cuantas personas han conseguido alcanzar esta felicidad. Sólo se de una, que de bien seguro, lo ha conseguido; y en el camino, ha conseguido que millones de otras personas como yo compartamos sus momentos inolvidables; una filosofía, un sueño, y una idea brillante que llevó a cabo de una de las maneras mas bellas posibles.


No hablo de un gran salvador; o de un gran artista, o de Messi; que visto lo que pasó ayer, también podríamos calificarlo de felicidad en estado puro. Hablo, de nada mas y nada menos que de Matt Harding.



(Esperad a verlo cuando acabéis de leer el texto).


Aparentemente, un diseñador de videojuegos que; en un punto de su carrera; y cansado de crear videojuegos violentos y parecidos, decidió dejar el trabajo para gastar absolutamente todos sus ahorros en un épico viaje alrededor del mundo; a la par que se grababa a si mismo bailando en dichos lugares; a veces solo, y cada vez con más gente a su alrededor, creando un legado mágico de su viaje.


Podemos sacar muchas conclusiones del vídeo; casi todas poéticas. Podemos llegar a la conclusión de que en realidad no somos todos tan diferentes; desde los pigmeos africanos hasta los otakus japoneses; pasando por todos los bellísimos lugares que Matt visita. Podemos llegar también a la conclusión de que, a veces, hay que ser suficientemente valiente como para romper las cadenas de la rutina para emprender el viaje de tu vida... Y descubrimos también como una chispa de alegría puede prender fácilmente un fuego de baile alrededor de todas las personas que se encuentran con el en su odisea. Podríamos sacar infinitas conclusiones; todas ellas positivas, y todas ellas admirables.


Pero difícilmente podre yo escribir un texto que equipare en sentimiento a la paz y magia que me transmite el maravilloso vídeo de Matt (el cual no es el único que ha hecho, creo). Así pues, os voy a dejar las conclusiones a vosotros mismos, después de ver el vídeo, (aunque quizás algunos ya lo habréis visto), y os voy a dejar que organicéis vuestros propios sentimientos al respecto.


Disfrutad y comentad (¡con cabeza y opinión, claro esta!).

domingo, 10 de mayo de 2009

Iluminaciones.



“Cogito, ergo sum”


El objetivo de dicha afirmación era encontrar un axioma a partir del cual se pudiera construir toda una filosofía de pensamiento racional. Y ninguna persona sensata se atrevería nunca a desafiar tal axioma con probabilidades de éxito. Si pienso, soy. Puro como el agua cristalina.


Ya es conocida mi afición por Jack Kerouak (Y si no, podeis ver la primera entrada de este blog). Hace poco, empecé a leer otra de sus obras indispensables: Los vagabundos del dharma; del cual, una vez lo acabe, sin duda alguna haré una entrada al respecto. Como en “On the Road”; Jack Kerouak describe en esta ocasión un viaje considerablemente autobiográfico; mas esta vez centrado en una búsqueda mucho mas espiritual; profundizando en las enseñanzas de un conocido poeta budista americano (Gary Snyder) y su manera de ver la vida.


Como en todas las obras del escritor, uno se pone muy fácilmente en su sitio y no puede evitar reflexionar sobre el punto de vista que se le propone; y se ve excitado por la pasión con la que Jack relata sus periplos, y por sus alegorías al mas puro Carpe Diem. Así, una vez pasadas las primeras 50 páginas, es inevitable empezar a sentir curiosidad por las enseñanzas budistas y caminos espirituales generalmente desconocidos en la sociedad en la que vivimos.


Pero, una vez investigada el área, uno se da cuenta que como cualquier boddhisattva antes de convertirse en Buda, la verdad del budismo no se encuentra en libros, sino en la meditación y en la reflexión de lo que sentimos como vida dentro nuestro. Yo nunca le había dado ningún crédito al poder de la meditación. En realidad, nunca le había dado ningún crédito al budismo en general; mas allá del beneficio de la tolerancia y el respeto.


No me malinterpreten. No me he vuelto budista; y no comulgo con muchos de los pensamientos de tal corriente filosófica (pues es mas esto que una religión). No obstante, aprendí de sus enseñanzas (en las cuales no soy un erúdito ni mucho menos; solo un principiante emocionado como un niño con su primer juguete) la maravillosa arte de la meditación, y la llevé a cabo, y la saboreé en su máximo exponente. Y sentí como la vida entro en mí y vi la luz y tuve una iluminación, y me di cuenta de una verdad, tan axiomática como la de Descartes, y me regodeé en éxtasis ante tan emocionante descubrimiento.


Así, mientras contaba las respiraciones de mi pausada y maravillosa meditación, sentí como mi mente se relajaba y encontraba la paz y entraba en éxtasis. Al levantarme, la sala era otra. Los ruidos mas ligeros, mas suaves, de los rincones de mi habitación, eran tan intensos y agradables como el viento en la cara en un soleado día de primavera en la montaña. La felicidad inundaba mis pulmones, y cada aspiración era aire puro, viento azafranado, viento de aromas de flores, y cada respiración me hacía sentir vivo.


Y al momento supe que no era energía, ni nada mágico; sino que era la más simple consecuencia de la mas pura verdad que el hombre puede encontrar, pues mi mente estaba clara en ese momento y no tuve dudas de la realidad y de lo que acababa de descubrir. Vi que estaba en éxtasis; y no tenia nada que ver con el Nirvana budista, porque había extraído todo lo negativo de mis pensamientos, y los había centrado en lo mas fresco y puro que pude encontrar en el mundo. Mi mente en aquel momento era positiva, y no tenía resquicios de oscuridad, y solo tenía luz. Solo pensé en cuan bello era lo que tenía por delante y tal pensamiento extasió las puntas de mis dedos; calambre que se extendió alrededor de mi cuerpo crispando mi mas profundo yo. Y supe en aquel mismísimo instante que Somos lo que pensamos, pues nosotros solo somos nuestra mente; Y eso es tan cierto como que nadie puede decir lo contrario, pues nuestra personalidad, nuestra persona es etérea, es el viento de nuestro cerebro; y nuestro cuerpo el sustento de nuestra mente. Y me di cuenta que fuera cual fuera la situación en la que uno se encontrara, el pensamiento positivo era la clave; pues lo que pensamos es lo que somos; y es lo que condiciona nuestra vida y es lo que nos hace ser como somos.


Y se también que debo avisar; pues la gente puede entenderlo mal; que esto no significa que reniegue de lo material, pues este sigue siendo nuestro pan y nuestro vino; y este nos ayuda a conseguir la paz mental y espiritual de la que hablo; y este nos ayuda a pensar en cosas puras. Pero el cuerpo y nuestro entorno no es nuestra realidad, ni nuestra personalidad, sino que es nuestra percepción de tal, y nuestros pensamientos al respecto, lo que en realidad se convierte en nosotros.


Dicho esto, y escribiendo tal como salen los pensamientos de mi cabeza, emulando a mi escritor bandera; os insto a buscar el lado positivo en vuestra mente; a meditar y extrapolar la frescura de vuestros pensamientos; y a daros cuenta que son éstos los que van a condicionar vuestra vida y van a hacer que viváis como vosotros queráis. Y veréis, cuando hayáis llegado al mismo razonamiento que yo, que es entonces cuando uno se siente en control de si mismo; pues por fin se da cuenta de como controlar su realidad y su humor.